El elevado número de personas que cada domingo visita a los reclusos en la cárcel de La Victoria, el ruido de las bocinas de los carros, los largos taponamientos de vehículos y el escándalo de ciudadanos que vociferan a todo pulmón las rutas de los carros públicos, ayer estuvieron ausentes en los alrededores del penal, haciendo que los tradicionales domingos de ruido y caos parecieran cualquier día, menos un domingo.
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